El señor de la fotografía se
llama (se llamaba, que murió en 1965) Gabriel Pradal. Viene a este blog a
cuento de una noticia aparecida en Público que recuerda un hecho bastante
conocido entre los exiliados españoles en Toulouse. Se trata de la recuperación
de un busto de Pablo Iglesias, que fue enterrado en el parque del Retiro de
Madrid en 1939, y que no fue recuperado hasta 1979. La familia Pradal había
guardado en secreto los planos del lugar exacto donde estaba enterrado ese
busto de Pablo Iglesias, y no la hizo pública hasta 1979, cuando ya en España
“reinaba” una nueva democracia.
Si vengo aquí con todo este
cuento no es para hablar de la importancia que pueda tener ese busto, algo que
desconozco por completo, sino porque mientras la noticia habla del dichoso
pedrusco, omite ciertas informaciones sobre la familia Pradal que bien hubieran
merecido unas líneas, siquiera por dar un poco a conocer en España la figura de
Gabriel Pradal y algunos de sus descendientes. Hace mucho que pienso que una
parte de la Historia de España pasa por la historia personal de tantos y tantos
exiliados del siglo XX, algo que una y otra vez veo negado en la vida española.
Lamentablemente esta noticia es solo un pequeño ejemplo más.
Gabriel Pradal, hasta donde
sabemos, nació en Almería y marchó, no con pocos esfuerzos económicos por parte
de su familia, a Madrid a estudiar arquitectura. Allí adquirió un compromiso
político que le ligó al socialismo y se convirtió en un arquitecto con un
cierto prestigio profesional. En el año 1936 Gabriel Pradal era diputado
socialista por Almería, tuvo una actividad importante durante la Guerra Civil
(cuando empezaremos a llamarla simplemente Guerra de España?) y acabó marchando
al exilio. Después de muchas vicisitudes la familia Pradal, que había salido de
España separada, cada uno saliendo como pudo, consiguió reunirse en Toulouse en
julio de 1939. Como he dicho antes él era arquitecto además de diputado, pero
el título de arquitecto no le fue reconocido en Francia y tuvo que
(mal)sobrevivir como delineante.
Uno de sus hijos, Carlos, que
aparece arrodillado en la fotografía que ilustra el artículo de Público, y que
había llegado a Francia como niño después de mil y una aventura, se convirtió
en un pintor que ha dejado una obra importante. Tan importante como seguramente
desconocida en España. A su vez Vicente Pradal, un hijo de Carlos es un artista
que ha trascendido el mundo del flamenco para crear su propio mundo. En este
vídeo, fragmento del film Passer la frontière de Neus Viala, podeis escuchar al
propio Vicente Pradal hablar de él y de su familia, así como escuchar algunos
fragmentos de espectáculos que él ha creado. También podéis ver rápidamente
algunas pinturas de su padre Carlos.
El caso de Vicente es digno de
mención especial. Por su origen es bisnieto de don Antonio Rodriguez Espinosa,
un nombre que dirá mucho a los lorquianos, pues fue el maestro de García Lorca
en Fuente Vaqueros. Nacido en Francia, pero hijo y nieto de exiliados que, como
él explica, lloraban literalmente por el recuerdo de esa España perdida a la
que no podían volver. Que su trabajo hunde raíces en la cultura española y en
el flamenco en particular es evidente. Pero el trabajo de Vicente Pradal huye
de cualquier etiqueta conocida que podamos poner, porque simplemente su obra es
personal y, como los grandes artistas, es también un trabajo inclasificable. Es
simplemente Vicente Pradal. En este otro vídeo, de un concierto en vivo, se
puede ver a Vicente con sus dos hijos, Rafael al piano y Paloma al cante. Son
dos jóvenes de menos de veinte años en este vídeo, pero que prometen y mucho.
Para terminar, una canción
extraida del Diván del Tamarit, un espectáculo del que lamentablemente no
encuentro videos en youtube para subiros, pero un espectáculo que me abrió los
ojos sobre Vicente Pradal. Se trata aquí del poema La monja gitana.
Y ya para terminar una
lamentable curiosidad: no hace mucho aparecía una pequeña reseña en El País
donde se mencionaba a los españoles que habían trabajado en la Comedie
Française. La noticia omitía descabelladamente a Vicente, que no hace tanto
tiempo montó Yerma llenándola de una música que sale literalmente de los versos
de Lorca.
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