Pertenezco a una generación
que entró en la adolescencia de la mano de todas las manifestaciones y luchas
sociales que habían de derribar una parte del edificio de la dictadura.
Paréntesis: lástima que no se lo llevaran todo por delante, porque lo que quedó
sigue ahí en pié; cierro paréntesis. Cuando me llegó la hora de empezar a curiosear por mis
propios medios e informarme más allá de los comentarios que escuchaba aquí y
allá, me acostumbré a leer El País, ese periódico que me ha acompañado más o
menos hasta hoy. Supongo que solo soy uno de muchos que empezó leyendo El País
como fuente de información y que ahora seguimos leyéndolo solo como una más de
nuestras fuentes de información.
Digo todo esto a cuento de lo
mucho que se está publicando estos días sobre la crisis del diario El País y a
propósito del ERE con el que se ha despedido a más de un centenar de buenos
periodistas. De entre las muchas informaciones quisiera resaltar este artículo
de Pere Rusiñol para eldiario: “El País” y el capitalismo de casino. Tambien
acabo de llegar, a través del blog de Paco Elvira, a una parte de una
conferencia sabrosa de Maruja Torres en la UAB, donde, como es habitual en
ella, no se come las palabras: “Yo formo parte de la generación que trajo la democracia, y éramos muy conscientes de que era eso lo que nos tocaba hacer. Ahora está muy claro que os toca a los que sois jóvenes acabar con esto. Sois claramente una generación destinada a hacer cambios. Para ello debéis formaros y formaros bien, para cuando sea necesario barrer toda la mierda que nos están dejando. Y habrá que formarse mucho para barrer mucho. Leyendo a Zweig te das cuenta que incluso esos grandes imperios y esas clases burguesas del siglo XIX se descompusieron y tuvieron que ser sustituidas por algo nuevo. Ahora todo se está descomponiendo mucho. Vosotros tendréis que hacer ese proceso.”
Tambien ha escrito Pascual Serrano en los días pasados acerca de la ironía que supone ver, de un lado, la
reelección de Chávez, y de otro los problemas de El País, que con tanto ahínco
(y desinformación) ha perseguido lo hecho por Chávez.
Traduzco aquí un artículo
aparecido el pasado 10 de octubre en el International Herald Tribune, firmado por
Mark Weisbrot, codirector del Center for Economic and Policy Research en
Washington y president de Just Foreign Policy. Pido de antemano excusas por la
mala traducción y recomiendo a quienes puedan que acudan a la fuente original.
Si traigo aquí el artículo es porque demuestra entre otras cosas que un buen
periódico tiene que ser capaz de publicar cosas incluso si van en contra de los
intereses de sus accionistas, cosa que El País olvidó hace mucho.
“Para la mayoría de quienes
han escuchado o leído sobre Hugo Chávez en la prensa internacional, su
reelección del domingo 7 de octubre como presidente de Venezuela por una
holgada mayoría puede ser sorprendente.
Casi todo lo que oímos sobre
él es malo: batalla continuamente contra Estados Unidos, mientras se pone del
lado de “enemigos” como Irán; es un “dictador” o un “autoritario” que ha
malgastado los recursos petrolíferos de su país; la economía venezolana está al
borde del colapso.
Existe el otro lado de esta
historia: desde que Chávez gobierna tomó el control sobre la industria
petrolera, la pobreza se ha reducido a la mitad y la extrema pobreza en un 70%.
La escolarización se ha multiplicado por dos, millones de personas tienen
acceso al sistema de salud por primera vez y el número de personas candidatas a
una pensión pública se ha cuadruplicado.
Entonces no debería ser
sorprendente que la mayoría de venezolanos elija de nuevo a un presidente que
ha mejorado de esta manera su medio de vida. Esto es lo que ha ocurrido con
todos los gobiernos de izquierda que
ahora gobiernan en la mayoría de países de Sudamérica. Y esto a pesar de que,
como Chávez, tienen en sus países la mayoría de los media contra ellos, y la
oposición posee la mayor parte de la riqueza de sus respectivos países.
La lista incluye a Rafael
Correa, quien ha sido reelegido presidente de Ecuador por un amplio margen en
2009; el enormemente popular Luiz Inacio da Silva de Brasil, quien fue reelegido
en 2006 e hizo después campaña por la ahora presidente Dilma Rousseff, en 2010;
Evo Morales, primer indígena presidente de Bolivia, quien ha sido reelegido en
2009; José Mújica, quien sucedió a su predecesor de la alianza política Frente
Amplio en Uruguay en 2009; Cristina Fernández de Kirchner, que sucedió a su
marido, Néstor Kirchner, ganando en 2011 la elección presidencial de Argentina
por un sólido margen.
Estos presidentes de
izquierdas y sus partidos políticos ganan reelecciones porque, como Chávez, han
edificado importantes mejoras en los estándar de vida. Todos han empezado
haciendo campañas contra el “neoliberalismo”, una palabra que describe las
políticas de los últimos 20 años, cuando Latinoamérica ha experimentado el
mayor crecimiento económico en más de un siglo.
Los líderes de izquierda han
visto en Venezuela un miembro de todo
este equipo que ha llevado más democracia, soberanía nacional y económica y
progreso social en la región. Si, democracia: incluso el super-maligno
Venezuela está reconocido por muchos como más democrático de lo que lo fue en
la era pre-Chávez.
La democracia estuvo en la
agenda cuando Sudamérica estuvo unida contra Washington en asuntos como el
golpe militar de 2009 en Honduras. Las diferencias fueron tan pronunciadas que
llevaron a una nueva formación –la Comunidad de Latinoamérica y los Estados del
Caribe, que excluye Estados Unidos y Canadá- como una alternativa a la
Organización de Estados Americanos, que domina Estados Unidos.
Esto es lo que dijo Lula el
mes pasado sobre las elecciones en Venezuela: “una victoria de Chávez es no
solo una victoria del pueblo de Venezuela, sino también una victoria de todos
los pueblos de Latinoamérica… esta victoria será otro golpe contra el
imperialismo.”
La administración de George W.
Bush persiguió la estrategia de aislar Venezuela de sus vecinos, y acabó
aislada ella misma. El presidente Obama ha continuado esta misma política, y en
la Cumbre de las Américas en 2012 en Colombia estuvo tan aislado como su
predecesor.
A pesar que muchos medios han
insistido en el colapso de la economía venezolana durante más de una década,
esta no ha ocurrido y no parece que vaya a ocurrir.
Después de recuperarse de una
recesión que comenzó en 2009, la economía de Venezuela ha crecido durante dos
años y medio y la inflación ha caído mientras el crecimiento se ha acelerado.
La deuda pública es relativamente baja. Tiene todavía un gran margen para pedir
prestado en el extranjero a un bajo interés, y puede prestar internamente a
bajo e incluso negativo interés.
Incluso si el precio del
petróleo baja temporalmente, como lo hizo en 2008-2009, no habría necesidad
para una recesión o para la austeridad. Y prácticamente nadie predice que los
precios del petróleo a largo plazo vayan a bajar.
La economía de Venezuela tiene
problemas a largo plazo, como la relativamente alta inflación y las
infraestructuras inadecuadas. Pero la mejora sustancial en el salario medio
(este ha crecido mucho más rápido que la inflación en el periodo Chávez), mas
lo ganado en sanidad y educación, parece pesar más en la mente de muchos
votantes que los fallos del gobierno en otras áreas, incluido el cumplimiento
de la ley.
El embargo económico de USA
contra Cuba ha persistido por más de medio siglo, a pesar de su obvia estupidez
y de su fracaso. La hostilidad estadounidense hacia Venezuela tiene solo 12
años, pero no muestra signos de ser cuestionada, a pesar de las evidencias de
la hostilidad que provoca en el resto de América.
Venezuela tiene alrededor de
500 mil millones de barriles de petróleo y lo está extrayendo a un ritmo de mil
millones de barriles por año. Chávez o su sucesor dentro de su partido
seguramente gobernará todavía durante los próximos años. La única cuestión es
cuándo, si es que ha de ocurrir, Washington aceptará los resultados de todo
este cambio democrático en la región.”
La saña con que El País trata a los gobiernos de izquierda latinoamericanos no la encuentras en cabeceras de la derecha. En cuestiones americanas, El País está a la derecha de La Razón.
ResponderEliminarPuedes manipular, pero todo tiene un límite y esa estrategia está socavando su credibilidad, que es el mayor valor de un medio de comunicación. Queriendo hacer daño a Chávez, PRISA se está pegando un tiro en el pie.