20 de abril de 2014

Gabriel García Márquez




Muchos años después, frente a la pantalla de ordenador, el autor de este blog había de recordar aquella tarde remota en que su amigo Juan le abrió las puertas de la literatura señalándole un ejemplar de Cien años de soledad. Yecla era entonces la ciudad donde vivíamos, yo acababa de terminar mis estudios en el instituto y me preparaba para ir a la Universidad, donde ya estudiaba Juan. Entonces yo era un joven sin lecturas y, lo que es peor, sin apetito por la lectura. Sin saberlo ni sospecharlo, mi amigo Juan me recetó la mejor medicina posible para tan terrible mal.

Han pasado treinta y muchos años desde esto que acabo de contar, he leído una vez Cien años de soledad y la he releído muchas más. Desde aquella primera vez mi curiosidad por la literatura no ha hecho más que crecer. Uno se vuelve selectivo con los años, pero ante la duda siempre vuelve a los valores seguros de un relato, de un artículo o de una novela de García Márquez.

Busco información en internet y me encuentro con este jugoso documento en el que Pablo Neruda, justo después de recibir el Nobel, habla con García Márquez sobre la poesía y la novela.


Encuentro también esta entrevista que le hicieron en TVE en 1995, donde habla un poco de todo, de política, de literatura, de periodismo…


Ahora dicen que ha muerto García Márquez, pero eso no es verdad, somos nosotros los que nos vemos ahora delante del abismo de cien años y una eternidad sin García Márquez. No he hablado con mi amigo Juan, pero algún día de estos tendré que llamarle para, de una vez por todas, darle las gracias por haberme lanzado a la piscina de golpe y con tanta fortuna. Sin eso yo no estaría releyendo de nuevo…

« Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. »



1 comentario:

  1. Es de los pocos autores de los que he leído varias obras, del que me ha interesado ir más allá. Realmente aún me emociona leer el comienzo de Cien Años de Soledad. No es poco. Una verdadera suerte el haber podido leer obras de tanta calidad. Esta es de las personas que dignifican una lengua.

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