Por su interés reproduzco aquí un artículo firmado por Zineb El
Rhazoui, miembro del Consejo de Redacción de Charlie Hebdo. Es un artículo
publicado en septiembre de 2013, y cuya traducción recojo de la página de m’sur,
página a la que llegué gracias al blog de la siempre joven Maruja Torres.
"Parece ser que queda muy bien lanzarse al linchamiento de la revista Charlie Hebdo.
¡Qué cómodo es ser intelectual y cerrar filas con quienes nunca se ven
amenazados por los cócteles molotov, ni corren riesgo de aparecer en la lista
de una web de Al Qaeda, todo en aras de redimirse ante cualquier sospecha de
racismo!
En 2013, una revista con dibujos divertidos se convirtió en Francia en un
medio que crea opinión, uno que divide bandos, un asunto sobre el que hay que
opinar. Charlie Hebdo suscita una especie de auto de fe de la
inquisición, una cábala alimentada por los (y las) idiotas útiles de los
islamistas, que buscan una popularidad fácil, respaldada por el instinto
gregario y la ignorancia.
La islamofobia. Qué concepto más maravilloso. Tan amplio como la chilaba de
un integrista. Es capaz de absorber todo lo que no le plazca: la razón, el
espíritu crítico, incluso el humor. El término, hoy día tan consagrado como la
xenofobia -concepto mucho más preciso-, se escuchó por primera vez de boca de
los mulás iraníes que exigían asesinar a Salman Rushdie. Eso les
importa poco a los (y las) idiotas útiles de los islamistas, cuando hoy lo
ponen al servicio de su falsa filantropía.
El resultado de sus investigaciones es la
conclusión, sin la sombra de una duda, que ser islamófobo es ser racista, y de
paso atacan a la religiofobia, igual de sospechosa. Para ellos, el derecho de
criticar una religión se debe limitar al catolicismo. Los musulmanes, en
cambio, se meten en el saco de los minusválidos, víctimas por haber nacido así,
en resumen: aquellos de los que uno no se puede reír porque la vida ya los ha
castigado lo suficiente. Vaya visión de igualdad.
El (o la) idiota útil sostiene que un religiófobo no tiene derecho a
criticar el islam, dado que sin duda no lo conoce lo suficiente como para
hacerlo. Este argumento lo he escuchado mil veces de parte de los radicales al
sur del Mediterráneo, allí donde el islam ocupa el lugar de la ley, y donde
sería muy extraño llamar racistas a los “islamófobos”, hijos del país; es más
fácil tacharlos de occidentalizados. “Usted critica el islam porque lo
desconoce: usted no tiene derecho a hablar de él”. Porque evidentemente, si una
conoce el islam, con sus cinco rezos diarios, su ramadán y sus placeres
polígamos, no hay más remedio que amarlo.
Yo, Zineb, nacida en Casablanca, donde me he criado, me reservo el derecho. En nombre de los
dieciseis años de educación islámica obligatoria, desde Primaria al
bachillerato, me reservo el derecho de criticar el islam como me venga en gana,
sin que ningún(a) idiota útil de los barbudos me explique que yo estoy
sufriendo un síndrome de odio a mí misma. Estos impostores de la diversidad
deben en primer lugar comprender que criticar una idea no es lo mismo que
insultar a quien la defiende. Sin este postulado de base, no se puede llevar a
cabo ningún debate de opiniones.
La cultura del argumento ad hominem, que tanto les gusta a los integristas
musulmanes, no vale para los laicos. En los ambientes en los que ejercen un
poder de coacción, los islamistas no dudan en calificar de “puta” o “maricón”,
según el sexo, a cualquier persona que se atreva a criticar su ideología. Sí:
es así de trivial, ellos no se esfuerzan en buscar respuestas elaboradas;
aquello les basta para condenar a muerte, o a prisión, a sus adversarios.
Pero respetemos, aún así, su
particularidad, dirá el (o la) idiota útil. ¿Relativismo cultural? Podría
contentarse con responder “bua”. El argumento importa muy poco, el respaldo de
las masas está garantizado.
Otro linchamiento fácil, sin correr riesgo alguno, es el de atacar a las
Femen, que desde luego deben de ser racistas, dado que están indignadas con la
situación de las mujeres en los países árabes… según piensa el (o la) idiota
útil. Un argumento, presentado con toda seriedad, es que las Femen se expresan
como Chuck Norris. ¿Humor? Amén. Pero ¿se puede tener el mismo sentido de humor
en todo? ¿Realmente en todo? No: del islam no se puede burlar uno, responderán.
Idiota útil, permíteme que te diga: tu
obsesión con que te puedan tomar por racista hace que defiendas a la extrema
derecha musulmana. Entre los mil quinientos millones de musulmanes en cuyo
nombre tú crees hablar, sólo algunas miles quieren llevar el niqab. La mezquita
de La Meca, el lugar más sagrado del islam, prohíbe entrar con niqab, y tú
defiendes que se lleve en la Universidad en Francia. Al tomar partido por el
ala fascista del islam, arrojas a sus fauces a los demás, a la mayoría
silenciosa y a la minoría laica militante. La Historia no te lo agradecerá."
Muy bueno.
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