Uno se entretiene en la letra pequeña que aparece en la prensa y descubre que en España existe una cosa que se llama Oficina Nacional de Investigación del Fraude, en la que trabajan unas 200 personas. Puesto que la oficina depende de la Agencia Tributaria, el fraude del que se habla es el fiscal, esto es, el dinero que debería recaudar el Estado y que, por no hacerlo, acaba poniendo el común de los mortales asalariados.
Parece ser que esta oficina ha sido especialmente activa desde 2005, primer año triunfal post-Aznar. Desde los 4.876 millones recaudados en 2004 se pasó a 10.043 recaudados en 2010, que para entendernos es un 1% del PIB. No está mal. El último caso sonado que ha destapado esta oficina está en la cabeza de todos: Gürtel.
Pues acabamos de saber que nuestro muy apreciado Gobierno del PP, en uno más de los actos que no debemos olvidar y que les recordaremos siempre que haga falta, han decidido descabezar a la susodicha oficina y colocar a una fiel y leal aliada como es Pilar Valiente, que ya ganó méritos para el PP cuando todo lo de la Gescartera de las narices. Ahora vendrá Montoro a explicarnos que, ante los impuestos, todos somos iguales ante la ley. Y como siempre, habrá que contestar que unos son más iguales que otros.
Hoy me pilla el asunto con la paciencia bajo mínimos y solo se resumirlo todo en una frase: estoy hasta los cojones y eso que esto no ha hecho más que empezar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario