Hace ya muchos años que dejé
de escuchar asiduamente Radio Clásica por la simple razón que vivir primero en
Holanda y ahora en Francia me ha hecho volcarme por las emisoras equivalentes
en estos países: Radio-4 en Holanda y France Musique en Francia. Ya sé que
ahora todo lo podemos escuchar por internet y nada me impide escuchar más a
menudo Radio Clásica, pero al final uno se aplica a escuchar con más atención
aquello que se produce donde vive en ese momento.
No quiero ahora entrar a
comparar estas estaciones de radio, que esta entrada no va de eso; lo que
ocurre es que hace unas semanas viajé en coche a Madrid y, a la vuelta, un
sábado por la mañana, me encontré escuchando El oído atento, un programa que emite Radio Clásica los sábados de 10 a 11 de la mañana, y que presenta Fernando Palacios. A muchos puede no decirles nada este nombre, pero para mí
Fernando Palacios es, desde hace unos 30 años, sinónimo de buenos programas de
radio o de televisión. Fernando Palacios es sinónimo de imaginación desbordante,
de descubrimiento de nuevas músicas, de apertura a otras músicas, de curiosidad
sin límites… En fin, los muchos programas que he escuchado con Fernando
Palacios siempre han tenido algo en común, que me han hecho descubrir músicas
que sin él me hubieran pasado desapercibidas: o bien porque no las hubiera
escuchado, o porque no hubiera puesto la atención en el sitio adecuado y ahí
está siempre él para corregirlo.
Como se deduce por el título,
su programa no es para ser oído, sino para ser escuchado. Yo ahora descargo los
programas con el podcast (podcaster que dicen en Francia) y los escucho cuando
puedo, que a lo largo de la semana siempre hay algún rato en el que puedo
escuchar con atención. De cada programa saco alguna música desconocida y con la
que me recreo. Así me ocurre desde aquella ocasión en mi época de estudiante en
que le escuché hablar de los 4 últimos lieder de Richard Strauss con ocasión de
un concierto de la Orquesta de RTVE. Por la tarde yo estaba en el Teatro Real,
entonces todavía sala de conciertos, escuchando en vivo tan impresionante
música y disfrutando de lo lindo. Han pasado muchas músicas desde entonces y
nunca se lo agradeceré lo suficiente.
Os dejo aquí la última de
estas canciones de Richard Strauss, con una versión de la siempre impresionante
Jessye Norman, es la titulada Im abrendot, sobre texto de Josef von Eichendorf,
que traducido dice así:
Entre penas y alegrías
hemos andado, mano a mano,
ahora ambos descansamos
de nuestro andar, en tierra
silenciosa.
En torno a nosotros descienden
los valles,
ya se oscurece el cielo,
solo dos alondras aún se alzan
soñando en el aire perfumado.
Acércate,y déjalas revolotear,
pronto es ya hora de dormir,
no erremos el camino
en esta soledad.
¡Oh, extensa y silenciosa paz!
tan profunda en el crepúsculo,
¡qué cansados estamos de
andar…!
¿será esto la muerte?
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