15 de abril de 2013

José Luis Sampedro in memoriam





“Al igual que los fumadores pasivos no disfrutan del tabaco, pero respiran el humo cancerígeno, así las masas globalizadas sufren las consecuencias negativas mientras los pocos globalizadores disfrutan de sus privilegios.”

“La libertad de acción financiera y monetaria ha ido consolidándose en los últimos decenios en virtud de leyes de liberalización presentadas más eufemísticamente como “desregularizadoras” y aprobadas por la creencia en la ideología del liberalismo económico, dominante en las más encumbradas instituciones académicas y seguida también por los grandes organismos internacionales. Aunque la utilidad esencial de esa teoría consiste en legitimar el poder del dinero, nos es presentada como si tuviera las mismas virtudes democráticas del liberalismo político. Pero la realidad es que mientras en este último cada persona encarna un voto, en el liberalismo económico el “voto” corresponde a cada unidad monetaria y no a cada ciudadano. Por tanto, al dejar los gobiernos las manos libres al poder económico privado, los votantes han perdido el control democrático ejercido, en principio, mediante la elección de sus representantes y gobernantes. En otras palabras: la globalización económica es totalmente antidemocrática.”

“En los países con sistemas económicos fuertemente planificados (como la Unión Soviética durante el régimen comunista) era frecuente la formación de largas colas de compradores en las tiendas para conseguir algunos productos. Ese hecho se presentaba en Occidente como un atraso molesto y fastidioso que no afecta a los consumidores de un sistema de mercado. Pero esa supuesta prueba de superioridad encierra una trampa, al no poner de manifiesto que en los países occidentales, de mercado sin racionamiento, también existen colas, sólo que resultan invisibles. Al igual que los mendigos, no perceptibles en las calles cuando lo prohíben las ordenanzas o se los llevan los guardias para ocultárselos a los visitantes ilustres, las colas invisibles las integran, sin formarse materialmente, los compradores atraídos por la oferta, pero que ni siquiera se acercan a la tienda porque no tienen dinero suficiente para adquirir los artículos que desean, como pueden hacerlo los adinerados. Ni en el sistema de mercado ni en el planificado hay existencias suficientes para abastecer de todo a todos. La diferencia esencial está en el modo del reparto. Como en el socialismo planificado la renta estaba repartida con más igualdad, resultaba forzoso el racionamiento con sus colas; en cambio, en un sistema de mercado la riqueza se reparte con mucha mayor desigualdad y origina “colas invisibles”, porque sólo una minoría puede obtener los artículos deseados.”

“mientras que la minoría globalizadora casi limita su interés a los mecanismos y resortes económicos que afectan a sus beneficios y operaciones especulativas, la gran mayoría oponente se inquieta por lo que importa a la vida humana en todas sus dimensiones, desde el escenario natural a la educación y perfeccionamiento de las personas, desde el hambre a la actividad creadora, desde la justicia a la solidaridad, desde la ciencia al placer”


Las citas recogidas más arriba están extraidas de “El mercado y la globalización”, de José Luis Sampedro y editado por Destinolibro. Los más curiosos que busquen porque creo que se encuentra gratis en internet.


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