“Nació en 1921 en
Maliaño (Santander). Sus padres “maestros nacionales” supieron inculcarla,
desde su más tierna infancia, el amor por la libertad y el compromiso de ayudar
a sus semejantes. Su adolescencia la pasó ya en Santander (capital) donde cursó
estudios de bachillerato. Era una vida normal de una chica joven a la que el
futuro despertó de sus sueños de juventud, estalló la guerra y todo su mundo
conocido se truncó. Sus padres, tras unos meses, dejaron las clases para
dedicarse por enero a ayudar en un “hospital de sangre” y en un “horfanato de
guerra”. A mediados de 1937, ante la inminencia de la caída de Santander, se
exilió a Francia junto con su madre Casilda y otros familiares. Pocos meses más
tarde, convencidas del triunfo de la República sobre el fascismo, volvieron a
España para intentar reencontrarse con su padre. No lo lograron y nunca más lo
volvieron a ver, fue fusilado en enero de 1938 “por haber sido fundador y
presidente de la Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza (FETE) en
Santander” sin haber empuñado en su vida más que los libros de texto. Tras
peregrinar por Barcelona, Moncada i Reixach, Valencia, Alcira, etc., en marzo
de 1939 volvieron a exiliarse a Francia.
En 1941,
regresaron a España y, tras no pocas vicisitudes, su madre Casilda con ayuda de
Victoria monta en Burgos una escuela “no oficial” donde dar clases a los más
desfavorecidos, hijos de republicanos en su mayor parte. A la par de esta
actividad, y como complemento a su compromiso de lucha social, comienzan a
acudir al Penal de Burgos para ayudar en todo lo posible a los prisioneros
republicanos. Pronto se hacen, madre e hija, “Madrinas de los Presos” y durante
más de diez años ayudarán en todo lo posible a que su cautiverio sea más
llevadero…
Ya en 1951,
cansadas de vivir en un país sojuzgado y sin libertad, comienzan su tercer
exilio en Francia del que ya no volvería Victoria hasta 1981…”
Estos pequeños retazos de la vida de Victoria Gómez Sáez, Nenita, fueron leídos en un homenaje que se le rindió en el Ateneo de Madrid el pasado viernes 12 de abril. Puedo aquí añadir que en los 90, después que la vida la golpease de nuevo, decidió una vez más que cruzar los brazos y dejarse llevar es lo último que se debe hacer. Entonces, con su amiga Palmira, que también tenía los ánimos como para bailar una jota, removieron todo lo que hizo falta hasta poner en marcha la UMER, Universidad de Mayores Experiencia Recíproca, donde una vez más, a base de trabajo y de tesón, se ha ganado la amistad y el respeto de todos. Ahora, con sus más de 90 años, se la puede ver cada jueves en primera fila en las conferencias organizadas por la UMER, participando siempre con interés. Por el camino han ocurrido muchas cosas, como aprender a utilizar un ordenador y navegar por internet, porque “la secretaria de la UMER necesita estar al día de estas cosas” ¡faltaría más!
Con su ordenador pasa de vez en cuando y visita lo que publico en este blog, por eso desde aquí le puedo enviar un beso y dedicarle esta música que espero le guste. Es una canción de Brahms en la voz de Jessye Norman, una voz única para una mujer excepcional.
Un abrazo a una mujer valiente y tenaz.
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