Hoy es 14 de julio, sigo todavía en Kourou, en la Guayana francesa, y aquí también ha habido desfile y parafernalia de la que, como a Brassens, difícilmente me saca de la cama. Por eso en lugar de hablar de las glorias de la República de Francia, que las hay y muchas, vamos a hablar de la utilidad que se le dio durante un tiempo a las llamadas “Îles du Salut”, Islas de la Salvación, aunque les correspondería mejor el nombre de Islas del Diablo.
Se trata de un conjunto de tres islas que están a unos 14 kms frente a Kourou. Eran ya conocidas como las Islas del Diablo cuando en 1764 Francia, después de perder varias colonias que les ganaron los británicos, decidió utilizar la Guayana como “plataforma de la reconquista de la supremacía francesa” (duque de Choiseul dixit). Se decidió enviar la conocida como “Expedición de Kourou”, formada por 12.000 europeos, es decir, el doble de la población colonial residente de la época. Mal preparados para la travesía del Atlántico y abandonados en tierras mal drenadas en las desembocaduras de los ríos Kourou y Sinnamary, más de la mitad fallecería rápidamente debido a enfermedades como la malaria. Los supervivientes decidieron refugiarse en las islas, donde podían escapar a las enfermedades y desde donde fueron repatriados. Desde entonces el nombre fue cambiado a Islas de la Salvación.
A partir de 1850 las tres islas se convirtieron en un penal al que Francia traía la población reclusa que excedía la capacidad de los penales de puertos como Brest, Rochefort o Toulon. Las condiciones de los reclusos a veces eran terribles, como los que eran llevados a la isla Saint Joseph, que se reservaba para los considerados más peligrosos. Las estadísticas hablan por sí solas: entre 1852 y 1938 fueron transportados cerca de 70.000 reclusos, de los que 50.000 van a fallecer en las islas, 1.400 consiguieron evadirse y apenas 300 se establecieron en la Guayana después de su puesta en libertad.
De las tres islas hay una que es hoy conocida como Isla del Diablo y se reservó para los prisioneros políticos. Sin duda el más conocido de todos ellos fue Albert Dreyfuss, que solo sería puesto en libertad tras la enorme campaña que movió Zola desde París con su famoso artículo J’accuse para el diario L’Aurore.
Hoy en día las islas pertenecen al CNES y es posible visitarlas (excepto la isla del Diablo). Hay excursiones que se organizan desde Kourou en catamarán y es una excursión interesante, bonita por lo que tiene de bosque amazónico… pero triste porque quedan todavía vestigios de lo que fue un penal terrible.
La actividad de la ciudad de Kourou está dominada por los lanzamientos de satélites con los cohetes Ariane 5 y Soyuz. Las islas están en la trayectoria de los cohetes y desde el día anterior a un lanzamiento el CNES prohíbe las visitas. La próxima prohibición será el 24 de julio, la víspera del lanzamiento de un bicho en el que me he dejado muchas horas de los últimos siete años y pico. Aquí podéis ver algunas fotos y conocermás de qué proyecto hablo.
Pero como decía al principio, hoy es 14 de julio y es un buen día para recordar esta inolvidable canción:
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