19 de septiembre de 2011

MUSICA CONTEMPORANEA (1)

Una amable discusión con un amigo bloguero me anima a escribir hoy sobre la contemporaneidad o la decadencia de lo que podemos llamar la música clásica del siglo XX (y lo que va del XXI). Sin entrar en más detalles creo que se entiende perfectamente que hablamos de la música contemporánea, una música que según mi amigo, Mendigo para más señas y cuyo blog podeis encontrar a la izquierda de este texto, está alejada de su tiempo y que demuestra vivamente la decadencia de nuestra sociedad. Dejando de lado estos asuntos, me atrevo ahora a escribir sobre la dificultad de escuchar la música contemporánea y por qué es tan dificil que nos guste.

Empezaré diciendo que no entiendo la escucha de la música como algo pasivo, sino como un ejercicio intelectual que obliga al oyente a escuchar, de la misma manera que para acercarse a la literatura no basta con ver, sino que hay que leer; con la pintura hay que mirar… En fin, la escucha es un ejercicio activo, no pasivo.

Una de las características de la música clásica es que está en permanente cambio y evolución. Esto hace que la composición contemporánea muchas veces sea la búsqueda de una posible vía de evolución que muchas veces resulta ser una vía muerta.

Propongo escuchar el primero de los fragmentos. Se trata de una canción de Veljo Tormis, Lauliku Lapsepoli, a partir de una canción estonia. Este coro yo lo escuché en el Certamen Coral de Tolosa y fue una de mis revelaciones allá por 1990 de que la música coral me llevaba adonde no se explicar con palabras. La melodía es sencilla a más no poder, y lo importante aquí es la riqueza armónica del acompañamiento. Esto es música del siglo XX que creo no espantará a nadie.



Ahora vamos con el meollo del asunto: ¿cuántos compositores contemporáneos de Mozart y Haydn recordamos a bote pronto? Muy pocos, puede que ninguno. Hablamos de la segunda mitad del siglo XVIII, un periodo que alumbró miles de obras clásicas (nunca mejor dicho), pero se trata de obras que en su mayoría no han pasado a la posteridad. Puede que en algunos casos se trate de obras que se han perdido injustamente, pero en la mayoría de los casos lo que ocurre es que esas obras no eran buenas, y a la posteridad solo han pasado las que son obras maestras, o aquellas que fueron escritas por verdaderos maestros (no todo Mozart es genial, pero si es de Mozart la obra ha llegado hasta hoy). En el siglo XX hay verdaderas obras maestras. A día de hoy nadie pone en duda la importancia de Le Sacre du Printemps, de Stravinsky, pero eso es fácil decirlo casi cien años despues de haber sido escrita. Sin embargo no sabemos cuales son las obras maestras de hoy en día. Y no lo sabemos porque es muy difícil juzgarlo cuando no ha pasado tiempo.

Paro aquí (por el momento) para animaros a escuchar una obra de Ligety, Lux aeterna, compuesta para coro a capella a dieciseis voces. El coro que escuchais es la Capella Amsterdam, que dirige Daniel Reus. Es una obra alucinante, de una dificultad extrema, que obliga a los cantantes a guiarse cada uno con un diapasón. Que nadie busque melodías, porque aquí lo que se trata es de buscar las capacidades tímbricas de la voz para crear una atmósfera determinada. Entre otras muchas cosas esta obra demuestra que una disonancia no tiene por qué ser algo chirriante.



Una cosa más: a día de hoy esta obra ha sido mucho más escuchada que cualquier sinfonía de Mozart durante su vida, aunque solo sea porque Lux aeterna es una de las músicas de la película 2001, una odisea espacial, de Kubrick.


Continuará.



11 de septiembre de 2011

Aplastado por la vuelta

La vuelta de las vacaciones y eso que en Francia llaman “rentrée” me está pillando bajo de algo, de lo que sea, porque me encuentro con desánimo hasta para venir aquí a escribir. Leo las noticias y me quedo completamente aplastado, como si no entendiera nada de lo que están contando. Solo desde una óptica berlanguiana o buñuelesca consigo entender los periódicos, porque hay tantas mentiras y falsas verdades que todo nos equivoca. Vayan aquí algunas cosas que me he ido encontrando en la prensa y que me han llamado la atención:

- Hoy se celebra la diada en Cataluña. Estos últimos días el panorama político ha estado revuelto a propósito de una sentencia que dice que el modelo lingüistico catalán no sirve, que no está de acuerdo con la ley y hay que cambiarlo. Digo yo que tan mal no funcionará si, afortunadamente, este sistema lleva funcionando ya 30 añitos de nada, y ha conseguido entre otras cosas que la sociedad no se divida en dos comunidades lingüisticas separadas. A lo mejor es que lo que hay que cambiar es la ley. Aquí os dejo un artículo de Ramoneda que me ha llamado la atención, y otro aparecido en Público.

- Más sobre educación. En Madrid la inteligentísima de la presidenta se ha lucido últimamente en algunas de sus declaraciones. Por un lado ha arremetido contra el personal docente, al que ha llamado vago entre otras cosas porque dice que trabajan poco, y además les ha enviado una carta llena de faltas de ortografía. Con el ojo clínico que les caracteriza han escrito en El País Maruja Torres y Juan José Millás sobre el asunto, son dos columnas sin desperdicio.

- En otras declaraciones de la mediatísima presidenta de Madrid ha arremetido contra los manifestantes del 15-M que estaban delante del Congreso cuando se votó la reforma de la Constitución. Dijo algo así que esto no podía ser, que esto parecía la Bastilla. Cuando uno vive en Francia una de las cosas que aprende es que no se puede utilizar alegremente el ejemplo de la Bastilla, porque entre otras cosas ese momento histórico es una de las glorias francesas. Otro asunto es que la presidenta aristócrata consorte se acuerde de la Bastilla porque tras la revolución francesa rodaron las cabezas de gentes como ella. A lo mejor es que es una toma de la Bastilla lo que necesitamos hoy.

- Para terminar con las crónicas os dejo con dos enlaces a artículos de Vicenç Navarro e Ignacio Escolar aparecidos esta semana.