25 de enero de 2015

Filántropos y fascistas, por Zineb El Rhazoui


Por su interés reproduzco aquí un artículo firmado por Zineb El Rhazoui, miembro del Consejo de Redacción de Charlie Hebdo. Es un artículo publicado en septiembre de 2013, y cuya traducción recojo de la página de m’sur, página a la que llegué gracias al blog de la siempre joven Maruja Torres.

"Parece ser que queda muy bien lanzarse al linchamiento de la revista Charlie Hebdo. ¡Qué cómodo es ser intelectual y cerrar filas con quienes nunca se ven amenazados por los cócteles molotov, ni corren riesgo de aparecer en la lista de una web de Al Qaeda, todo en aras de redimirse ante cualquier sospecha de racismo!
En 2013, una revista con dibujos divertidos se convirtió en Francia en un medio que crea opinión, uno que divide bandos, un asunto sobre el que hay que opinar. Charlie Hebdo suscita una especie de auto de fe de la inquisición, una cábala alimentada por los (y las) idiotas útiles de los islamistas, que buscan una popularidad fácil, respaldada por el instinto gregario y la ignorancia.
La islamofobia. Qué concepto más maravilloso. Tan amplio como la chilaba de un integrista. Es capaz de absorber todo lo que no le plazca: la razón, el espíritu crítico, incluso el humor. El término, hoy día tan consagrado como la xenofobia -concepto mucho más preciso-, se escuchó por primera vez de boca de los mulás iraníes que exigían asesinar a Salman Rushdie. Eso les importa poco a los (y las) idiotas útiles de los islamistas, cuando hoy lo ponen al servicio de su falsa filantropía.
El resultado de sus investigaciones es la conclusión, sin la sombra de una duda, que ser islamófobo es ser racista, y de paso atacan a la religiofobia, igual de sospechosa. Para ellos, el derecho de criticar una religión se debe limitar al catolicismo. Los musulmanes, en cambio, se meten en el saco de los minusválidos, víctimas por haber nacido así, en resumen: aquellos de los que uno no se puede reír porque la vida ya los ha castigado lo suficiente. Vaya visión de igualdad.

El (o la) idiota útil sostiene que un religiófobo no tiene derecho a criticar el islam, dado que sin duda no lo conoce lo suficiente como para hacerlo. Este argumento lo he escuchado mil veces de parte de los radicales al sur del Mediterráneo, allí donde el islam ocupa el lugar de la ley, y donde sería muy extraño llamar racistas a los “islamófobos”, hijos del país; es más fácil tacharlos de occidentalizados. “Usted critica el islam porque lo desconoce: usted no tiene derecho a hablar de él”. Porque evidentemente, si una conoce el islam, con sus cinco rezos diarios, su ramadán y sus placeres polígamos, no hay más remedio que amarlo.
Yo, Zineb, nacida en Casablanca, donde me he criado, me reservo el derecho. En nombre de los dieciseis años de educación islámica obligatoria, desde Primaria al bachillerato, me reservo el derecho de criticar el islam como me venga en gana, sin que ningún(a) idiota útil de los barbudos me explique que yo estoy sufriendo un síndrome de odio a mí misma. Estos impostores de la diversidad deben en primer lugar comprender que criticar una idea no es lo mismo que insultar a quien la defiende. Sin este postulado de base, no se puede llevar a cabo ningún debate de opiniones.
La cultura del argumento ad hominem, que tanto les gusta a los integristas musulmanes, no vale para los laicos. En los ambientes en los que ejercen un poder de coacción, los islamistas no dudan en calificar de “puta” o “maricón”, según el sexo, a cualquier persona que se atreva a criticar su ideología. Sí: es así de trivial, ellos no se esfuerzan en buscar respuestas elaboradas; aquello les basta para condenar a muerte, o a prisión, a sus adversarios.
Pero respetemos, aún así, su particularidad, dirá el (o la) idiota útil. ¿Relativismo cultural? Podría contentarse con responder “bua”. El argumento importa muy poco, el respaldo de las masas está garantizado.

Otro linchamiento fácil, sin correr riesgo alguno, es el de atacar a las Femen, que desde luego deben de ser racistas, dado que están indignadas con la situación de las mujeres en los países árabes… según piensa el (o la) idiota útil. Un argumento, presentado con toda seriedad, es que las Femen se expresan como Chuck Norris. ¿Humor? Amén. Pero ¿se puede tener el mismo sentido de humor en todo? ¿Realmente en todo? No: del islam no se puede burlar uno, responderán.

Idiota útil, permíteme que te diga: tu obsesión con que te puedan tomar por racista hace que defiendas a la extrema derecha musulmana. Entre los mil quinientos millones de musulmanes en cuyo nombre tú crees hablar, sólo algunas miles quieren llevar el niqab. La mezquita de La Meca, el lugar más sagrado del islam, prohíbe entrar con niqab, y tú defiendes que se lleve en la Universidad en Francia. Al tomar partido por el ala fascista del islam, arrojas a sus fauces a los demás, a la mayoría silenciosa y a la minoría laica militante. La Historia no te lo agradecerá."



7 de enero de 2015

Je suis Charlie




En el país que se define como laico y republicano, Charb decía que la Charlie Hebdo es una publicación atea.

En la imagen, Charb en 2011 justo después de un atentado a la sede de Charlie Hebdo.



Para saber más sobre los periodistas asesinados hoy, pinchar aquí.


5 de enero de 2015

Pärt Uusberg


Buscando cosas aquí y allá he encontrado una pequeña joyita de un Pärt Uusberg, un compositor (y también actor) estonio bastante jovencito, del año 1986. Por lo que he podido escuchar por youtube acostumbra a utilizar los mismos elementos en sus pequeñas obras, por lo que es posible que más de uno lo acuse de repetirse a sí mismo. A mí me parece que tiene años por delante para desarrollar lo que con tan buen tino ha comenzado.

Ignoro todo de esta pieza, salvo su título, Muusika, que creo no necesita traducción. Para mí es un ejemplo de cómo construir una emoción a partir de unos pocos elementos aparentemente sencillos. Eso... y que está muy bien cantada.



Hace mucho que comparto con mi amigo Juan la opinión de que el canto más hermoso es el canto del pueblo. Si ese es además el pueblo estonio, reunido en un campo de fútbol, para cantar una canción de Pärt Uusberg dirigida por él mismo, entonces la emoción puede desbordarse.



Es posible que algún lector habitual de este blog piense que ya ha leído el nombre de Uusberg por aquí y no se equivocará, porque hace tiempo trajimos este Kyrie que no me resisto a volver a traer, porque nos sorprendió en su día y nos sigue poniendo los pelos de punta. El coro es de Ucrania, se llama Oreya y lo dirige Valentyn Vatsek.



Para los más curiosos diré que, al final de este Kyrie, cuando el coro va bajando en una especie de descenso a los infiernos, los bajos hace ya varios compases que están instalados en un do grave, la nota más grave que yo haya escuchado en una obra coral... y al alcance de muy pocos bajos (yo no conozco ninguno).

Para terminar, y para demostrar que no solo del canto coral vive este señor, aquí hay una cancioncita que escribió para la película La clase.



Lo dejo aquí. No se si se ha notado que después de tanta fiesta y tanto ruido uno anda necesitado de otras cosas.