27 de febrero de 2014

Paco de Lucía




Aquel sábado había llegado un poco justo de tiempo a la clase de solfeo y no me enteré de la discusión hasta que la clase acabó. Uno de los compañeros estudiaba guitarra y estaba furiosísimo porque su profesor le decía poco más o menos que Paco de Lucía no sabía tocar la guitarra. En aquella época y una vez cada dos semanas, me daba unos madrugones inhumanos para viajar dos horas en autobús camino de Murcia, en cuyo Conservatorio yo estudiaba algo que parecía música. Entonces el Conservatorio compartía edificio con el Teatro Romea y, a la salida de clase, continuando con la discusión, acabamos bajo las arcadas de la entrada del teatro, calentados por el suave invierno murciano… y por la guitarra de mi compañero, que se arrancó a tocar flamenco. Morenazo gitano, guapo y elegante, a mí me iluminó una de esas mañanas insulsas del conservatorio, él de paso ligó y yo, estudiante de piano y como era mi costumbre, no me comí una rosca. Al menos me sirvió para picarme la curiosidad sobre Paco de Lucía, de quien es probable que por entonces yo solo hubiera escuchado Entre dos aguas.

Han pasado muchas primaveras desde entonces, yo me he empapado todo lo que he podido de lo que ha grabado Paco de Lucía y, cuando me ha sido posible, he ido a verlo en vivo a uno de esos conciertos que él gustaba empezar sin red, solo con su guitarra y encendiendo al personal con esa magia tan suya. Dicen que Francisco Sanchez Gomes ha muerto, pero Paco de Lucía en realidad estará siempre cuando escuchemos algo de flamenco, porque siempre habrá algo que nos va a llevar a recordar que “eso” Paco ya lo había hecho antes.

De cuantas cosas he podido encontrar publicadas, destaco aquí una crónica de Miguel Mora en El País y un artículo de quien ha escrito su biografía, su amigo y escritor Juan José Téllez. Hay muchos más artículos, pero no he encontrado en ninguno la puntería de Gerardo Núñez cuando habla de una dignidad y orgullo devueltos al flamenco gracias a Paco de Lucía:

« Escribo bajo los efectos del mazazo tremendo de las muertes imprevistas. Me repito: “Se ha muerto Paco”, y no consigo entender qué es lo que me digo. La cabeza y las manos que se han detenido para siempre son las de un semidiós que, manteniendo con un orgullo infinito su independencia y su libertad, elevó nuestra música, el flamenco, a la cuarta dimensión de la música grande. Y lo hizo sin doblegarse, sin conceder una uña a señoritos ni a mandamases efímeros, sin deberle nada a nadie, inyectando en los flamencos jóvenes orgullo, conciencia, autoestima y fuerza suficiente para liberarse de la sumisión de las ventas y de las fiestas, de los lazos casi tribales de una cultura gris en la que hasta entonces jugaban el papel de bufón. Abrió la puerta de una casa cerrada, se enfrentó a tormentas y a demonios. Como Ulises, hizo un viaje peligroso para que después lo hiciéramos todos. Nos salvó. Y ahora, un rayo lo ha alcanzado a la orilla del mar, ¿dónde si no iba a morir Paco? Paco, no sé qué decirte. Grande. Grande. Grande. »

Dejo un vídeo con un concierto suyo en 2004. Paco levantaba de sus asientos hasta a un público alemán.


Y otro más reciente, de 2010, donde destaco el genio de un señor que pasa ya de los 60 años, reconocido mundialmente, que no necesita más que repetir lo que el público espera y que, pese a todo, se embarca en la aventura de buscar algo nuevo tan insólito como una armónica en un recital de flamenco… y funciona!




16 de febrero de 2014

Eriks Esenvalds




El vídeo de aquí abajo es del año 2012 en el Certamen Coral de Tolosa, y las chicas que cantan se hacen llamar Latvian Voices, o si lo preferís traducido, Voces Letonas. Cantan como los ángeles, nunca mejor dicho para la obra que interpretan, O salutaris Hostia, del compositor Eriks Esenvalds, que no dirá nada salvo a los muy metidos en la música coral, pero que hoy ocupa nuestra atención. La interpretación a mí me parece un punto “dulzona”, pero merece la pena escucharla.


De Eriks Esenvaldis no tengo mucho que contar: compositor letón nacido en 1977, completó su formación en Alemania, Holanda, Francia y Chequia (se dice así?). Ha dedicado la mayoría de sus composiciones al mundo coral y durante unos años formó parte del Coro del Estado de Letonia. Aquí en este otro vídeo la misma obra es interpretada por este coro, dirigido por Maris Sirmais, un conocido para los asiduos al Certamen de Tolosa. Lo curioso es comparar el resultado de la misma obra con un coro mixto y en este caso con el coro rodeando al público.


Recuerdo que cuando escuchamos la obra por primera vez en Tolosa fuimos varios los que dijimos después aquello de “no te recuerda a…”. Por si alguno ha tenido la misma idea, pinchad aquí el enlace y escuchad a partir del minuto 1:18. ¿Se parece o no?

Pero seguimos con Eriks Esenvalds y volvemos al mismo concierto del Coro del Estado de Letonia. Dejo aquí otro par de vídeos con obras que son, digamos, menos románticas que ese O salutaris hostia del principio. Si alguien tiene curiosidad que se anime a buscar más cosas de este mismo concierto, que fue integramente dedicado a Esenvalds, no en vano la grabación de sus obras por los mismos intérpretes había merecido en 2012 el premio a la mejor grabación musical en Letonia.

La primera de las obras se titula “Stars”. Ignoro todo sobre esta obra, que me fascina y de qué manera, por la mezcla de los timbres vocales con los sonidos extraidos de las copas. De nuevo una obra muy romántica, de una belleza enorme, de esas que en un concierto en vivo te atrapa durante días y días. Vamos, una gozada mayúscula.


 Ya para terminar una obra titulada “A drop in the Ocean”, una gota en el océano. De nuevo ignoro todo sobre el texto, pero aviso que esta obra es, digamos, menos amable con el auditor profano en la materia. Ignoro que tiene que ver la madre Teresa de Calcuta en esta obra, pero algo se puede uno imaginar con el título. Es más dura que las anteriores pero hay que llegar al final, no vale quedarse a mitad de camino.



2 de febrero de 2014

Gabriel Pradal




A través de un enlace en el diario Público llego a una noticia de andalucesdiario sobre una exposición de fotografías del exilio republicano en Toulouse. La noticia, que podéis leer aquí, está ilustrada con la fotografía que también encabeza esta entrada, y al pié de foto podemos leer “Republicanos en el exilio escuchando la radio”. Lo cierto es que esta fotografía merece algo más que una simple nota y de eso va esta entrada. El fotógrafo es Enrique Tapia y de ello ya habla el artículo de andalucesdiario. Está hecha el 5 de abril de 1943 en alguna casa de lo que se llamaba cité Madrid, hoy barrio de Amidonniers. El grupo de españoles que se ha reunido en torno a la radio está escuchando Radio Londres, en concreto la emisión de De Gaule “Les Français parlent aux Français”; todos se acercan al aparato porque no podían subir el volumen, ya que escuchar según qué programas estaba prohibido bajo la ocupación.

El señor de gafas es Gabriel Pradal y es el que merece hoy nuestra atención. Nacido en Almería en 1891, estudió arquitectura en Madrid. Comprometido políticamente con el PSOE, será elegido diputado por Almería en 1931 y 1936. 

 En 1939 partió al exilio, donde pudo reunirse con su familia, que había permanecido en Almería y que había salido a Orán. En Francia no se le reconocerá su título de arquitecto, teniendo que contentarse con trabajos de delineante con los que sacar adelante a los suyos. El trabajo político continuará en Toulouse y publicará artículos en El socialista con el seudónimo de Pericles García.


Uno de sus hijos, Carlos, que había nacido en Madrid en 1932 y exiliado también en Toulouse, fue pintor (el autorretrato es suyo). En Toulouse ha tenido alguna exposición monográfica y su pintura siempre aparece en las exposiciones de los artistas republicanos españoles. Entre sus obras hay que contar el don Quijote que se encuentra a la entrada del Instituto Cervantes de Toulouse, anteriormente Casa de España.




El hijo de Carlos es Vicente Pradal, músico y hombre de teatro. Tan excelente como ignorado en España, algo que se podría decir de tantos y tantos exiliados y descendientes de exiliados, ha puesto especial atención cuando ha trabajado con la poesía de García Lorca. No en vano a él le gusta recordar que su bisabuelo fue Don Antonio Rodríguez Espinosa, maestro en Fuentevaqueros de Federico García Lorca.

Extraigo aquí lo que dice Vicente Pradal en la presentación de su disco dedicado al Romancero Gitano: “Desde mi más temprana edad, niño del exilio, oía pronunciar su nombre, recitar sus poemas, evocar su memoria luminosa, su genialidad y su fin trágico. Más tarde, he trabajado en numerosas ocasiones sobre la obra teatral, musical y poética de este poeta que me es familiar, natural. Mi música pretende actuar como una honda que arrojara sus versos a lo alto y con fuerza.”


Los hijos de Vicente, Paloma y Rafael, ya la cuarta generación desde el exilio del Diputado por Almería Gabriel Pradal, son también músicos y enriquecen el trabajo de su padre, Rafael desde el piano (nunca sonó tan flamenco el piano) y Paloma con su voz agitanada y su presencia enorme. En el vídeo se les puede ver juntos a partir del minuto 4 y 20 segundos, cantando un poema extraido de Yerma (*).

Termino ya con otro poema de Lorca en música de Pradal, se trata de La monja gitana, del Romancero gitano.


NOTA: Para saber más sobre Enrique Tapia y sus fotografías de exilio en Toulouse, se recomienda el libro "L'oeil de l'exil", Editions Privat.

Sobre el exilio republicano en Toulouse:

El exilio Republicano español en Toulouse, de Alicia Alted y Lucienne Domergue (coordinadoras), edición de Uned Ediciones y Presses Universitaires du Mirail.

Républicains espagnols en Midi-Pyrénées, obra colectiva coodinada por José Jornet, Presses Universitaires du Mirail.