19 de octubre de 2014

La embriaguez de la metamorfosis



La acción transcurre en 1926 y nuestra protagonista, funcionaria de una administración de correos, pasa sus días en medio de una existencia aburrida y llena de privaciones materiales cuando el azar la lleva a un balneario suizo, donde vivirá y experimentará por unos días el lujo de quienes vivían al margen de la atmósfera opresiva de la época de postguerra de donde procedía nuestra protagonista. El sueño de la vida llena de lujos se interrumpirá bruscamente y nuestra protagonista volverá a su existencia triste y gris a la que parecía resignada al principio de la novela, solo que ahora hay una gran diferencia, porque ahora conoce lo que es una existencia burguesa a la que nunca podrá aspirar. Ella continúa con su trabajo de funcionaria cuando conocerá a un antiguo soldado que lo perdió todo en la guerra y que vive en la indigencia. Juntos planearán un gran desfalco y una huida porque es la única salida que ven a la miseria y a la pobreza.

Lo que cuento más arriba es, a grandes líneas, el argumento de La embriaguez de la metamorfosis, de Stefan Zweig. La novela está muy bien construida y consta de dos partes muy bien diferenciadas que se corresponden la primera con la vida lujosa de Christine, nuestra protagonista, que habrá de volver después, ya en la segunda parte, a su vida miserable de funcionaria que no dejará de soñar con los días vividos en Suiza, quimera a la que nunca podría volver desde su sueldo de funcionaria.

La lectura de La embriaguez de la metamorfosis llama poderosamente la atención porque, aunque terminada en 1942, el año del suicidio del autor, es precisamente de una rabiosa actualidad. En un momento en el que al ciudadano se le están birlando, con todo descaro, derechos y conquistas duramente conseguidos a lo largo de luchas y huelgas, cuando además los ladrones se mofan y burlan de quienes están sufriendo, es legítimo pensar si, como los protagonistas de esta novela, todo habrá de estallar por el lado de la violencia cuando la gente ya simplemente no pueda más.

Lo dejo aquí; a cada uno de sacar sus conclusiones y si de paso disfruta leyendo a Zweig puesto tanto mejor. Yo lo hago a menudo y, con o sin razón, siempre me viene a la memoria alguna música de Mahler. Traigo aquí la séptima sinfonía de Mahler, probablemente la más difícil de todas para el oyente, en la versión de la Orquesta del Festival de Lucerna, con Abbado en la dirección.





13 de octubre de 2014

Andreas Prittwitz



Por razones que ahora no vienen al caso llevo dándole vueltas a un problema del que no conseguía salir: cómo puede integrarse el clarinete en la interpretación de la música antigua, ese periodo que es un saco sin fondo donde se mete de todo hasta justamente la época en la que irrumpe con fuerza el clarinete, que no es otra que el clasicismo (algún día volveremos con el concierto de Mozart). Le daba vueltas al asunto cuando he descubierto a alguien que ha resuelto el problema de una forma inmejorable y que a mí me parecía imposible: Andreas Prittwitz.

Andreas, que es de Munich pero lleva la tira de años afincado en España, es un caso raro en esto de la música. En su faceta de intérprete lidia con la flauta de pico, el saxofón y el clarinete. Sinceramente, no conozco un caso igual, pero mejor es que el lector juzgue por sí mismo con esta pequeña joyita que es una adaptación del Hoy comamos y bebamos, que todo cantante de coro se conoce de memoria y que Andreas llena de música … y buen humor:


Pero hay más, de hecho la pieza que me ha llevado hasta Andreas Prittwitz ha sido en realidad una interpretación del aria final de Dido y Eneas de Purcell. Mirad este vídeo con varios fragmentos de esta ópera de Purcell y prestad atención sobre todo a lo que pasa a partir del 1’16’’. Música barroca y jazz unidos por obra y gracia del genio de Andreas Prittwitz.


Uno cree ya haberlo visto todo con esto del clarinete tocando Purcell cuando Andreas aparece interpretando Vivaldi… con el saxofón y acompañado por la orquesta de instrumentos antiguos. Esto es un prodigio, porque todavía no he descubierto como se las apaña para que esta mezcla no suene a rayos, sino todo lo contrario!


Y ya para terminar vamos con la flauta de pico. Un concierto de Sammartini donde Andreas Prittwitz demuestra que el clásico y el jazz son la misma cosa… si son buenos.




5 de octubre de 2014

Certamen Coral de Tolosa 2014


Como todos los años por estas fechas ando preparando mi viaje a Tolosa para el Certamen Coral que se celebra siempre alrededor del 1 de noviembre. Los más lanzados pueden visitar esta página y buscar el programa de este año. Aprovecho esto como excusa para subir unos vídeos de algunas páginas corales con las que ando peleándome últimamente, dicho esto de "peleando" en el mejor de los sentidos, en el de estudiar y conocer a fondo una partitura.

El primero de los vídeos es una pieza que ya es muy conocida en el mundillo coral. Se trata de Ubi Caritas, de Ola Gjeilo, un compositor de origen noruego que vive en Estados Unidos desde hace una década y que está teniendo bastante éxito.  Esto que vais a escuchar no revolucionará la historia de la música, pero se deja escuchar y, qué demonios, es de una gran belleza. Lo difícil a la hora de interpretar una música así es que no sea cursi, y en esta interpretación de un coro universitario de Washington lo clavan, o a mí me lo parece.



El segundo vídeo vuelve a ser la misma obra, pero esta vez el propio compositor acompaña desde el piano con una improvisación. A cada uno de elegir su versión preferida.



Vamos ahora con algo más de sustancia. Se trata de una obra de Trond Kverno, otro compositor noruego, nacido en Oslo en 1945, y que es una leyenda viva del canto coral noruego. Una de sus obras más conocidas es este Ave Maris Stella, que en este vídeo está interpretada por The University of Utah Singers, dirigidos por  Brady Allred.



Con el mismo director del vídeo anterior, pero con el coro The Salt Lake Vocal Artist, pasamos ahora a algo de otro compositor más cercano. Es el tolosarra David Azurza y una obra suya que yo conocí precisamente en Tolosa, Ave Virgo Sanctisima. Una maravilla. David es un joven compositor, además de cantante y de director de coro, que en esto de la música hay que tener pluriempleo para poder sobrevivir.



Y ya para terminar algo más ligerito. Es un coro cubano con una obra que ni me molesto en presentar. Eso sí, que nadie venga a decir aquella perogrullada de que "es que los cubanos lo llevan en la sangre", porque detrás de esto que se escucha en el vídeo hay muchísimas horas de trabajo.