Como en muchas otras ocasiones, no fue el
primero, ni sería
tampoco el último en hacerlo, pero sí el que llegó a unos límites sobrehumanos en utilizar la forma de violín solo sin acompañamiento.
Alrededor de 1720 Johann Sebastian Bach completa un ciclo de 3 Sonatas y 3
Partitas para violín solo “senza Basso”, que es como él mismo titulaba sus
obras, haciendo claramente referencia a la ausencia del Bajo Continuo que tanto
define la música barroca.
Las Partitas son supuestamente un
conjunto de danzas, que en manos de Bach pueden convertirse en verdaderas
piezas de concierto que admiten, como vamos a ver, lecturas muy diversas y que
en poco recuerdan, salvo por el título, el papel original de danza. Dentro de
todo este ciclo de sonatas y partitas hay una ciaccona que llama poderosamente
la atención, por su extensión (dura alrededor de 14 minutos), por su forma, por
la estructura y, si el intérprete lo quiere, por el manejo de la tensión. Se
trata de la Ciaccona que cierra la Partita BWV 1004.
No hace muchos años la violinista de
origen ruso Viktoria Mullova ha grabado un doble CD con la integral de estas
sonatas y partitas, tarea que no está al alcance de cualquier violinista.
Traigo aquí un vídeo donde interpreta precisamente esta ciaccona en un
concierto en vivo (Wigmare Hall de Londres) y donde conviene dejar de lado lo
que uno esté haciendo, utilizar el ordenador por una vez para una sola tarea y
que esta sea la de deleitarse con este vídeo fijándose en varias cosas que
llaman poderosamente la atención. La primera es la inmesa aparente facilidad
con que toca Mullova este violín barroco, probablemente el mismo Guadagnini con
el que grabó el doble CD. La segunda es la articulación barroca, la
acentuación; tal y como cuenta la propia Mullova, en sus orígenes estuvo un
Bach nada barroco y que, según sus maestros, tenía que sonar como un órgano;
nada más alejado de la estética actual, Mullova tuvo que iniciar un nuevo
camino, cuando ya era una estrella consagrada del violín, y empezar a aprender
un nuevo fraseo barroco, cómo tocar sobre un nuevo instrumento con cuerdas de
tripa… todo sin abandonar su violín moderno, que sigue utilizando cuando ataca
repertorio contemporáneo o del siglo XX. Estamos hablando de la primera
violinista que es a la vez una consumada intérprete del barroco y del siglo XX.
Por último hay que fijarse en Bach, sobre todo en Bach, en la estructura de una
obra escrita para un violín que ha de sonar más polifónico que nunca, puesto
que ha de enseñar la armonía que rige esta ciaccona.
Viajamos ahora en el tiempo y en el
espacio, para situarnos en Italia dos siglos después, que es el periodo que
corresponde a Ferruccio Busoni, compositor italiano que, curiosamente, ha
pasado a la historia más que por su propia obra, por las transcripciones que ha
hecho de compositores anteriores y, de entre todas ellas, las que hizo sobre
Bach han quedado como referencia a veces ineludible para cualquier intérprete pianístico
que se precie. La obra que hemos escuchado en un violín barroco pasa ahora a
ser interpretada en un gran piano romántico, sonoridad rotunda y sólida que
sirve para resaltar toda la estructura armónica que de alguna manera ya aparece
en la escritura para violín. Busoni escribe una obra romántica inigualable a
partir de esta joya barroca de Bach. El vídeo que he encontrado es una
interpretación de una jovencísima (todavía lo es!) Hélène Grimaud, intérprete a
la que llegué gracias a la pista que me tendió Cyril, diletante inimitable y
buen amigo. Cabe reseñar de esta filmación el plano vertical que delata la
extensión de la mano de Grimaud, que es pequeña para lo que es uso de un
virtuoso del piano, pero qué diablos, a quien le importa eso si lo que saca del
piano es música se mire por donde se mire, empezando por la sonoridad robusta
del piano y terminando por el manejo de la tensión: en apenas 14 minutos
pasamos del arrebato a escuchar un coral para terminar con un pasaje íntimo…
Hay todo en esta joyita y magistralmente interpretado.
Termino con un tercer vídeo para hacer
justicia con “mi primera vez” con esta obra. Yo ya había escuchado cosas aquí y
allá, pero hace alrededor de diez años Hélène Schmitt grabó esta integral de
Sonatas y Partitas en dos discos con el sello Alpha. Llegué a esos discos a
través de un concierto de Schmitt al que asistí en Utrecht, en el Festival de
Música Antigua, donde pude conocerla personalmente. Esos discos me dieron a
conocer esta música tan inmensa y, para ser justos, tengo que decir que de las
varias versiones que he podido escuchar aquí y allá, me sigue gustando muchísimo
la de Hélène Schmitt por una razón principal: Schmitt respira cuando toca y
hace sentir la presencia de la respiración en su fraseo musical; es como si el
violín se hubiera convertido en una voz humana.
Los que sabéis música supongo que percibiréis qué queda de una danza cortesana en esta obra, pero yo no veo una chacona por ningún lado (y menos mal, porque ni el diablo bailaría eso sin enredarse el rabo entre las piernas).
ResponderEliminarEn cualquier caso, gracias por el buen rato que nos has regalado. ;)
En mi modesta opinión poco o nada queda de la chacona como danza, y no es cosa de los intérpretes. De la misma manera que hay otras danzas en las partitas que sí suenan como danzas, aquí a Bach se le fue completamente la olla, o mejor dicho el genio, y compuso algo genial pero que encaja difícilmente con el título, o eso me parece a mí.
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