8 de octubre de 2011

MÚSICA CONTEMPORÁNEA (y 3)


Después de dos entradas en las que he hablado sobre todo de música coral de la mano de compositores vivos, quiero volver sobre el término que ha originado estas entradas: música clásica del siglo XX. Aunque en los últimos cien años hay todavía una cantidad enorme de música que está por digerir, y vaya usted a saber si alguna vez será digerida, la distancia que nos separa de la primera mitad del siglo XX ya nos permite catalogar algunas obras como prescindibles y otras como verdaderos clásicos a los que es posible acercarse sin más miedo que el de querer escuchar con un poco de atención. Pero antes de meterme en camisas de once varas quiero contar dos historias cortitas relacionadas con la misma obra de Stravinsky, La consagración de la primavera.

En la primera historia, que podría ocurrir en un pueblo perdido de la España profunda de hace treinta y tantos años, hay un joven de unos quince años que tiene curiosidad por la música clásica, tanta curiosidad como dificultad para escucharla en vivo. Por eso el joven de nuestra historia escucha cuanto puede en la radio y empieza a leer alguna revista especializada que le habla de obras que no conoce y que no entiende. Así acaba por leer un artículo sobre La consagración y coincide que en televisión van a poner la obra interpretada por la orquesta de RTVE. Cuando nuestro protagonista enciende la tele, cree que la orquesta está afinando cuando en realidad la obra ya ha empezado, tal es la diferencia entre lo que esperaba escuchar y lo que realmente está sonando.

Nuestra segunda historia ocurre en Toulouse, donde va a tener lugar un concierto con la Orquesta Sinfónica de Londres, dirigida por Valery Gergiev, y con La consagración en la segunda parte del concierto. Nuestro protagonista está sentado muy cerca de la orquesta y es la primera vez que va a escuchar la obra en vivo, entera y de una tacada. El concierto acaba siendo una experiencia que nuestro protagonista guardará por muchos años en algún rincón de donde quiera que queden guardados los placeres más intensos.

Bien, como habeis comprendido el protagonista de las dos historias soy yo mismo. Entre mi primera (fallida) experiencia con La consagración y el concierto tan brutalmente fantástico que dirigió Gergiev no hay solo treinta y tantos años. Hay mucho tiempo dedicado a escuchar, que no a oir, música, poniendo atención a lo que se escucha y buscando siempre información para mejor comprender. Reconozco que mucho me ha ayudado en este aprendizaje el tiempo que he dedicado a escuchar y cantar (a veces tambien dirigir) coros. Pero todo ese esfuerzo vuelve agradecido cuando he vivido alguna experiencia de las que dejan huella, como el concierto de Gergiev. De La consagración poco voy a decir ahora, salvo recordar que fue estrenada en 1913 y que causó uno de los mayores escándalos de la música clásica del siglo XX. Para mí es una obra que anticipa toda la violencia que va a atravesar una parte importante del siglo que entonces acababa de comenzar, desde las guerras mundiales hasta la violencia de las ciudades de hoy. No os lo creeréis, pero aquél día Gergiev sacó de la orquesta sonidos que anticipaban ya los atascos de tráfico a los que estamos lamentablemente tan acostumbrados.

Dejo aquí el tema. El vídeo es del principio de Le sacre du printemps, con dirección de Gergiev a su orquesta del Teatro Marinsky, con la coreografía original de Nijinsky. Si alguien tiene curiosidad el resto está en youtube, pero escuchad con cascos que los vecinos van a llamar a la policía.


Para NUNGLO: prometo volver con más cosas corales muy pronto, sobre todo ahora que estoy calentando ya motores para mi escapada al Certamen de Tolosa.



3 comentarios:

  1. Gracias!! buen colofón a la serie.
    Es curioso, yo el encontronazo no lo tuve con Stravinsky, desde el principio me hice al sonido.
    Con quién lo tuve fue con Shostakovich y con Schönberg. Al primero me terminé acostumbrando, pero sigue sin gustarme el segundo.
    Bueno saludos!
    fdo:nunglo

    ResponderEliminar
  2. Gracias por los ánimos. Yo a Shostakovich he llegado después de Prokofieff, pero para mí el asunto clave es siempre (que se pueda) escuchar estas músicas en vivo. Y con Schönberg... voy despacio y no se si llegaré muy lejos. Tampoco es una obligación.

    ResponderEliminar
  3. Has dejado para el final la más "heavy" de la serie.

    La anécdota de pensar que están afinando yo creo que le ha pasado a todo el mundo. Vamos, a mí varias veces, escuchando la radio. Hay cosas mucho más raras. De hecho, ya conocía la consagración de la primavera y me parece una obra, audaz, pero con coherencia interna. No son un montón de sonidos puestos al alimón, como cuand llego la abstracción a la música, pinceladas sonoras sin orden ni concierto.

    Me gusta la experimentación, el atrevimiento, pero que no se burlen de mí.

    A mí esta obra me parecería buen acompañamiento a esas primeras tomas del cinematógrafo, obreros saliendo de la fábrica, un tren que pasa con el sonido de las pistonadas, viandantes apretando el paso ante la llegada del tranvía...sí, es cierto, anticipa la banda sonora del hombre urbano.

    Arriesga, en ocasiones creo que se le va demasiado la pinza, pero luego vuelve a reencontrarse.

    ResponderEliminar