2 de diciembre de 2011

Tolosa 2011 (y 3)



Cierro con esta entrada de hoy la serie que hemos dedicado al Certamen Coral de Tolosa de 2011. Dejo atrás las cosas alucinantes que nos trajeron los ucranianos de Oreya y paso a hablar de dos coros de la “casa” que han participado y han podido salir más que airosos del trabajo hecho.

El primero es un coro asturiano, El león de oro, que lleva unos cuantos años de andadura, no muchos, y que ya conocíamos de una reciente actuación en Tolosa. Son buenos, musicales y muy expresivos. Ha pasado poco tiempo entre la actuación anterior (2006 si la memoria no me falla) y la de este año. Creo que han venido con más ganas, sabiendo mejor lo que es Tolosa y, sobre todo con mucho rodaje en otros concursos. Personalmente me gustaron, pero no dejaban de tener un pequeño punto de “coro de concurso”, dicho esto con todo el respeto y la admiración del mundo, pero quizá despues del premio conseguido en Tolosa (terceros en folklore) sea bueno dar un paso adelante al mundo que hay más allá de los concursos: el trabajo menos espectacular del repertorio, que es el que acaba creando escuela (y público!). Me resultó un poco desagradable los hooligans tan ruidosos que colocaron detrás justo del jurado, pero eso no empaña el trabajo que hicieron.

Del otro coro que quería hablar es de Landarbaso, de Rentería. Este si que, con todas las consecuencias, un verdadero coro de la casa. Nadie que no haya vivido un poco el mundillo de Tolosa puede hacerse a la idea de la enorme presión que soportan los coros vascos cuando se presentan a este Certamen. Llevan toda la vida soñando con llegar allí; cuando llegan ellos mismos se meten una presión enorme para no defraudar a los suyos ni, sobre todo, a las expectativas que ellos mismos se han creado; muchas veces además sufren una especie de lucha cainita, porque por alguna razón desconocida los vascos defienden mucho lo suyo pero acaban a veces alabando lo de fuera por no querer ver mucho de lo bueno que tienen. En fin, vienen con una ilusión tan grande como la presión a la que se ven sometidos.

El caso es que Landarbaso lo conocimos hace ya unos cuantos años, puede que unos diez años, también en el Certamen de Tolosa. Es un periodo de tiempo en el que ya se puede ver una evolución de un coro. Lo primero que tengo que decir es la admiración que he sentido por el trabajo hecho por su director, Iñaki Tolaretxipi, porque de la nada ha sabido hacer lo más difícil, construir un grupo sólido que ofrece unos resultados sorprendentes. Me resultaron sanamente envidiables las ganas y el convencimiento con el que han acudido, dos cosas que pongo claramente en el “haber” del director. A título personal diré que consiguieron algo muy difícil cuando el público lleva varios conciertos a cuestas y muchos coros: nos emocionaron. Eso es lo más importante, que les escuchamos y cautivaron el corazón de quienes allí estábamos. Crearon uno de esos instantes que con los años permanecen en el recuerdo imborrable que marcan las emociones hermosas. Vaya aquí una de las obras que interpretaron en la parte de polifonía, donde ganaron un premio merecidísimo. Es Cloudburst, de Eric Whitacre, de la que ya hablé en otra entrada. La apuesta era arriesgadísima y salieron por la puerta grande.


El premio en polifonía a Landarbaso admite varias lecturas. De forma modesta yo daré la mía: Iñaki Tolaretxipi ha conseguido que Landarbaso sea una realidad que merece una continuidad al trabajo hecho hasta hoy. Esta continuidad solo puede venir a partir de pensar en seguir creciendo, y ese crecimiento está llamado a ser el de la búsqueda de nuevos repertorios, la combinación de este con el repertorio de siempre (Bach, Brahms, Mendelsohn, etc) y a partir de ahí seguir educando cantantes y acercando nuevos públicos y nuevos oidos al hermoso mundo coral. Iñaki: ahí es nada, has levantado una piedra enorme y ahora solo queda seguir con ello. Mucho ánimo a los componentes de Landarbaso y esperamos con ilusión a la próxima sorpresa que nos brindareis.


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