2 de diciembre de 2012

Certamen de Tolosa 2012





Se celebra todos los años alrededor del 1 de noviembre y yo acudí por primera vez en 1990. Desde entonces, y salvo en dos ocasiones, he acudido con auténtico entusiasmo cada año al Certamen Coral de Tolosa. En todo este tiempo he podido hacer amigos, he disfrutado de grandes momentos corales, he aprendido a escuchar la música de otra forma… Nada de todo eso hubiera sido posible sin este Certamen que, como un pequeño milagro, es puesto en pié cada año por unas cuantas manos generosas que dedican una parte importante de sus vidas a reunir durante unos pocos días una importante muestra de lo mejor del mundo coral. Cada vez que he acudido, ya hiciera frío o calor, he podido siempre volver haciendo un balance de algunas cosas seguras, algunas tan fiables como un buen plato de alubias en el Beti Alai: los buenos amigos siguen estando ahí, siempre ha habido algún coro que por sí solo ya justificaba la paliza de viaje y siempre, siempre, en el viaje de vuelta he sentido el cansancio de unos días vividos con intensidad a la vez que una energía y unas ganas de hacer cosas que la música por sí sola no es capaz de explicar.

Pero este año ha habido algo más, algo de lo que no me he dado cuenta sino días después, cuando he querido hacer un balance personal del viaje de este año. El Certamen es para mí un momento de encuentro con muchos profesionales de la música que he tenido la suerte de conocer en cursos de verano o bien directamente en Tolosa. Las conversaciones siempre giran en torno a la música, al trabajo, que en el caso de ellos es musical, a los coros que dirigen o a la última obra musical que han estrenado en el Certamen. Este año también, pero a cada conversación siempre se le ha añadido un “pero”, que no ha sido otro que la crisis. Esta ha pasado de ser una mera estadística en la prensa a ser una insoportable compañera de viaje para quienes han construido su vida en el mundo de la educación y de la cultura. Un mundo que, a juzgar por lo que he escuchado, está en serio peligro de desaparecer tal y como hoy lo conocemos.

Ocurre además que el propio Certamen de este año ha sido golpeado seriamente por los recortes y, ojalá me equivoque, es posible que haya recibido ya el impacto de un obús bajo su línea de flotación. En los últimos años el Certamen se ha venido desarrollando en tres líneas diferentes: coros, grupos vocales y coros infantiles. Las sesiones de coros, compitiendo en polifonía y folklore, así como los grupos vocales, en música sacra y profana, reúnen siempre a aficionados y profesionales que nos vemos las caras de año en año. Pero la sesión infantil va mucho más allá al llamar también a un público infantil que constituye no solo el público adulto de mañana, sino en muchos casos las ganas de hacer música de hoy. Por si fuera poco en los últimos años el premio absoluto lo ha ganado no pocas veces un coro infantil, demostrando así que a veces los chavales consiguen ser más profesionales que los adultos. Pues bien, este año, en una decisión muy difícil y no exenta de cierta polémica interna, los organizadores decidieron suprimir el certamen infantil por la sencilla razón de que, con los recortes, ya no les llegaba el presupuesto.

Yo no tengo soluciones a esto que no pasen por unos gobernantes que vean la educación y la cultura en un sitio diferente al capítulo de gastos, pero a mí me ha dolido particularmente esta decisión de los organizadores porque todavía tengo reciente el día que, con solo tres años, llevé a mi hija a escuchar el Certamen infantil y a la salida me dijo que quería cantar en un coro. Es domingo cuando escribo esto y acabo de traerla de un ensayo de su coro, donde hay chavales de hasta 16 años y mi hija me ha dicho con orgullo que, con solo ocho años, ya es de las más veteranas.

Luego cuando llega a casa hay que convencerla de que su ensayo ha terminado y tiene que dejar de cantar, pero eso es otra historia que queda para otro día. Entretanto os dejo aquí las Habaneras de carnaval, de David Azurza, por el Cor Infanil Amics de la Unió, una de las músicas preferidas de mi hija.





2 comentarios:

  1. Así que incitando a la peque a cantar y, una vez conseguido, no le logras encontrar el botón de "Pause".

    Jejejejejeje

    Podría ser peor. Podrías haberle llevado por el camino de percusionista. Aunque siempre le podrías retirar los timbales, sin embargo...

    Por cierto, en el vídeo que subes, veo que hay mayoría aplastante de niñas. Suele ser así en los coros infantiles? Qué pena.

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  2. Lo del botón "Pause" está costando, pero ahora que empieza a leer partituras estamos dedicando especial atención a los "silencios", esos momentos llenos de música!

    En cuanto a los coros infantiles tienes razón, hay una mayoría aplastante de niñas, cosa que se convierte en tragedia cuando estas chicas se hacen adultas y quieren cantar, porque los chicos no están a su altura. En fin, la razón no puede ser única, porque pasa en coros de Hungría (el del primer vídeo), de Cataluña (el segundo vídeo) o de donde sea, incluso en países coralmente potentes como los países bálticos.

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