10 de abril de 2011

De políticos, poder del pueblo y del poder económico

Hace unos días leíamos en las noticias que el Presidente del Gobierno español había convocado una reunión con los 40 dirigentes de las mayores empresas españolas, o supuestamente españolas, porque algunas ya son verdaderas multinacionales que poco o casi nada tienen que ver con España. La reunión, reflejada en la foto de arriba, no era la primera, cosa que sabíamos porque justo antes de anunciarse los grandes recortes a la jubilación (y otros más) ya se había convocado otra reunión de estas características. Si yo fuera un chaval que empieza a luchar por enterarse de las cosas, le estaría preguntando a mi padre algo tan inocente como qué hace todo un Presidente de un Gobierno democrático reuniéndose con la empresa privada para decidir nada, puesto que las decisiones se supone son tomadas en el Parlamento. Como la inocencia la perdí hace unos cuantos años, me fijé en esta otra foto, detalle de la de anterior, y donde puede verse que la presidencia de la mesa, lleva el pie "Gobierno de España".



Bien. Solo que en esa presidencia se encuentran el presidente de Gobierno, sonriendo no se sabe muy bien por qué; a su izquierda Elena Salgado, la ministra de Economía; a su izquierda el Vicepresidente Rubalcaba... Y los otros? Bien, los otros tres de la foto no son oficialmente miembros de ningún Gobierno elegido democráticamente. Es más, uno de ellos, Alierta, es presidente de Telefónica por obra y gracia del entonces presidente Aznar, que se dedicó a privatizar la compañía Telefónica, pero asegurándose que colocaba a sus amigos en los puestos adecuados. El de la derecha del todo... bueno, creo que no necesita presentación, porque en realidad es el verdadero jefe de todo esto. Se llama Botín, dirige el banco que más ha ganado en estos tiempos de crisis, seguro que por mérito suyo, aunque no se nos dice a costa de quienes, dicho de otro modo, de qué bolsillos ha salido el dinero de sus ganancias. La foto de abajo, no se por qué, a mi me recuerda a un Al Capone cualquiera llegando a la boda de la hija de El Padrino. Ojalá todo fueran imaginaciones mías.


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